CAPITULO 1º

Yo, Miguel de Cervantes Saavedra, tengo la tanta grandeza de presentar a todas vuesas mercedes este trabajo sacado a la luz para que, todo aquel que lo reciba agradablemente en su protección, encuentre de forma concisa datos de la Historia de la ilustre villa de Herencia, sin los artificiosos ornamentos de erudición de que suelen vestirse las obras que se componen por los hombres que saben.

Para tan humilde servicio es mi deseo, fiándome que no desmerecerán la natura del fin buscado, que mis dos ilustres hijos literarios, Don Quijote y Sancho Panza, sean partícipes del entendimiento que este libro os propone.

Con silencio grande escucho lo que mi creador os dice y tened a buen seguro que es grande honra el que yo, el hidalgo Ion Quijote de la Mancha, andariego incansable de estas tierras, participe en la noble causa de presentar los avatares históricos de un pueblo, Herencia, que quisiera fuese el más hermoso, el más gallardo y el más discreto que pudiera imaginarse del mundo entero.

¿Qué os diría yo, Sancho Panza, simple labradoren sus comienzos, convertido en escudero de mi señor, que llegó a ser gobernador de una ínsula?.

Grata empresa es ésta de narrar hechos guardados en la historia esperando ser del conocimiento de todos para no quedar en los límites de la ignorancia.

Como en todo inicio de cualquier obra, he de remontar el tiempo y hallar las raices de la causa que nos ocupa:

Así, los primeros que poblaron el término municipal de Herencia, según mi entendimiento, fueron cazadores moradores de parajes como el de la Sierra de San Cristóbal.

Según los hombres que saben, ocurrió esto en el llamado momento de Neolítico tardío.

Pero no sólo la presencia humana se limitó al paraje citado por mi amó.

Otros lugares del término herenciano fueron salpicados por enclaves de población prehistórica: El Arenero, el Navajo, los Galayos, el Picazuelo, el Cerro de los Molinos, el Valdespino y Buenavista.

¡Válgame Dios!, no debo olvidarme de la Rendija con sus pinturas rupestres.

Muchos años ha de esto, pero incluso en los sitios que mi fiel Sancho ha nombrado aparecieron restos de civilizaciones posteriores.

Fueron los iberos y los romanos.

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