EDAD MEDIA
El período histórico conocido como Edad Media abarca un extenso período cronológico que iría desde
el siglo V hasta el siglo XV. Estos diez siglos de historia se dividen
en dos etapas fundamentales que permiten abordar el estudio de esta
época de forma más exhaustiva. La primera etapa, conocida con el nombre
de Alta Edad Media, abarcaría desde finales del siglo V hasta el siglo
XII aproximadamente. En este período se dan hechos tan trascendentales
para la historia de España como son el asentamiento el pueblo visigodo
en la Península en principio y la invasión árabe del siglo VIII. Estos
acontecimientos marcan de una forma total la vida nacional a lo largo
de los siglos.
La etapa comprendida entre el siglo XII y el siglo XV es conocida históricamente como Baja Edad Media. De ella, el hecho fundamental a destacar, que caracterizará todos estos siglos, hasta 1492, es la Reconquista, es decir, la recuperación del territorio que se había perdido con la llegada de los árabes en el siglo VIII.
Es en estos momentos cuando en el proceso de reconquista iniciado, señalamos el nacimiento de las órdenes militares, elementos claves para entender este proceso y su posterior evolución.
Así, estas órdenes nacen como órdenes religiosas pero con ánimo expreso de tomar parte activa en la guerra contra los infieles. Sus miembros participan pues de la doble condición de monjes y soldados. Como monjes vivían bajo reglas y prescripciones aprobadas por la Iglesia y pronunciaban los tres votos religiosos, a los que podían añadir un cuarto voto perpetuo de consagrarse a la guerra contra los infieles. Como soldados, constituían un ejército permanente, en oposición a los llamados cruzados, que, tomando la cruz, se enrolaban temporalmente en el ejército cristiano; mantenían además el espíritu caballeresco impulsado por las Cruzadas.
A nivel general, el modo de gobierno y régimen interno era casi en todas de la misma forma y constitución, con ligeras variantes. A la cabeza, y como superior general, se hallaba el Gran Maestre, y le ayudaban en el gobierno cierto número de grandes dignatarios (unos ocho), y el Capítulo General; venían después los priores por cada país, los balivas para las provincias y los comendadores para los castillos y señoríos.
Por ser las órdenes militares verdaderas órdenes religiosas, estaban, como éstas, sometidas a la autoridad eclesiástica, y, como éstas, gozaron desde luego, de exención de la jurisdicción ordinaria diocesana. Esta exención sometía a las personas y los bienes pertenecientes a las órdenes a la jurisdicción de los jerarcas de éstas.