El caldo base es imprescindible
en la cocina manchega y es por ello que siempre debe estar preparado
y debidamente conservado, bien tapado, en el congelador o simplemente
en un lugar bastante fresco. De esta receta, la más tradicional
de nuestra cocina, se tiene conocimiento en tratados de la Edad
Media. Las carnes, los asados, las salsas, las ollas y pucheros
típicos de la región se valen siempre del Caldo Base. En una
olla se pone un buen hueso de jamón, nunca rancio, por el contrario,
siempre fresco, recién cortado con el fin de que conserve el
aroma y sabor maravilloso que le es característico. Igualmente
se echan un buen hueso de caña de vacuno, tocino salado de año,
una cebolla entera, un pimiento, una cabeza de ajo, dos hojitas
de laurel y una ramita de perejil. Tras cocer noventa minutos
a fuego lento, se cuela todo y cuando el caldo se empieza a
enfriar se va echando en tarrinas de vidrio. Una vez frías se
tapan herméticamente y se conservan en el frigorífico, si se
puede congelar, mejor.
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