Brujeria


La brujería fue poco importante en los anales de la Inquisición. El pueblo, sin embargo, sí creía en su existencia, pero, curiosamente, tan sólo aquellos lugareños de pueblos apartados, de comunidades rurales muy estrictas, ya que los habitantes de lugares de población de una cierta ciudad, los que podríamos llamar habitantes de ciudad, nunca las considerarán de otra forma que hechiceras.

Esta bruja rural es una antigualla histórica perpetuada por la literatura, custodiada por el temor colectivo, acorralada muchas veces más que por sus artes diabólicas por la calumnia y la hostilidad de sus vecinos y moría de enfermedad, vejez o inanición sin los auxilios divinos ni humanos.

Las brujas se pensaba que eran ".. mujeres que tienen hecho pacto con el diablo, que untándose con ciertos ungüentos y diciendo ciertas palabras, van de noche por los aires y caminan lejos a tierras a hacer ciertos maleficios. Mas esta ilusión acontece en dos maneras principales: qué horas hay que ellas realmente salen de sus casas y el diablo las lleva por los aires a otras casas y lugares, lo que allá ven, hacen y dicen, pasa realmente así como ellas lo dicen y cuentan. Otras veces ellas no salen de sus casas, y el diablo se reviste en ellas de tal manera que las priva dé todos sus sentidos y caen en tierra como muertas y frías, y les representa en sus fantasías que van a las otras casas y lugares y que allá ven y hacen y dicen tales y tales cosas; y que nada de aquello es verdad, aunque ellas piensan que todo es así como ellas lo han soñado, y cuentan muchas cosas de las que allá pasaron...".

En el fondo no hay gran diferencia entre bruja y hechicera, aunque aquella es mucho más temida; en primer lugar porque ya hay un pacto implícito con el Diablo, ha abandonado el cristianismo, adora a Satanás como a su Dios, entregándose a él. en cuerpo y alma, y su única misión es hacer el mal.

Lo que más se temía de ellas eran los asesinatos de niños recién nacidos, a ser posible aún sin bautizar. El motivo de estos asesinatos era que necesitaban cadáveres, ya que eran caníbales y, según algunos, su mayor placer era cocinar y comer esa tierna carne que para ellas tenía poderes sobrenaturales, ya que en preparados mágicos servía para matar seres humanos y mezclada con ciertos ungüentos las permitía volar, aplicándoselos al cuerpo.

Se creía que tenían dos clases de marcas en el cuerpo, una, de tipo natural y otra, artificial.

Otra característica, era la tetilla o pezón que a veces aparecía en diversos lugares del cuerpo y de la que se decía que manaba leche con la que alimentaba a los demonios familiares.

El Diablo, siempre está presente junto ala bruja, unas veces aparece como un joven galán, otras, como un hombre negro, a veces en forma de algún animal (macho cabrío en los aquelarres) pero siempre presente y dispuesto a favorecer a su adepta.

La bruja, en un momento dado, hizo un pacto con él, ella le entregó una gota de su sangre y a cambio recibió el poder de hacer mal a quien quisiese. Es curioso, no reciben ni riquezas, ni honores, ni sienten pacer sexual alguno cuando son poseídas por él, antes al contrario, las relaciones sexuales son incómodas, frías y muy dolorosas. Tan sólo, cómo digo, les concede poder para hacer mal y atemorizar a sus vecinos.

Las brujas despliegan su más febril actividad en dos días claves: el del solsticio vernal, San Juan, y el del hiemal, San Silvestre. En estos solsticios sucede lo mismo que a medio día y a media noche: la luz lucha con las tinieblas; son esos días en que el día y la noche alcanzan sus máximas y mínimas dimensiones.

Las noches para tener ayuntamiento con el Diablo que son consideradas más idóneas son los viernes, ya que en ese día es mayor el escarnio que se hace a Jesucristo. Hay que tener en consideración, asimismo, que es el día dedicado a Venus, la diosa del amor, y esto, de una u otra manera, pudiera influir también.

Toda esta parafernalia no era creída en absoluto por los miembros de la Suprema y por la mayoría de los inquisidores de los distintos Tribunales, lo cual evitó sangrientas e incalculables consecuencias. Cuando se procesaron personas acusadas de brujas lo fueron considerando el caso como superchería; muy pocas veces se asumió la brujería como problema competitivo en cuanto a que de algún modo pudiera abrir una vía dialéctica con el más allá, al margen de la religión cristiana.

...continuara...


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